miércoles, 8 de febrero de 2012

Spider-Man (2002): Una Retrospectiva


Mayo de 2002. Es el último año de prepa, meses de decisiones finales previas a la graduación. Meses de cambios y encontrar el lugar de uno en el mundo.
Vaya proyectada que me estoy dando.
Lo cierto es que dicha fecha marcaba el debut de Spider-Man en el cine, algo que era noticia titular en cuanto a entretenimiento se refiere. El ahora mórbido primer avance en que Spider-Man captura helicópteros de ladrones en una gigantesca red en medio de las Torres Gemelas, era descarga obligada de Kazaa dada su censura. La función de medianoche del 3 de Mayo era un evento en boga, y eras privilegiado si además del permiso de tus padres también habías logrado conseguir boleto antes que se agotaran. Gorras, camisas y demás artículos con el emblema arácnido eran cosa de cada esquina.
Habían pasado muchos años de que el cine dejara de considerar por los superhéroes un interés primario, y luego que la modesta a los ojos actuales "X-Men" abriera las puertas,
Sony Pictures se aventuró más confiadamente con el personaje icono de Marvel Comics, luego de años de posponer su producción con cambios de guiones y directores.
Todo esto es necesario saberlo, para la apreciación de la primera película de la trilogía de Sam Raimi. El mundo de los superhéroes en cine ha cambiado bastante desde entonces, y por lo mismo a una década de su estreno en cines, Spider-Man es una experiencia bastante distinta a lo que se vivió aquel exitoso verano del 2002.


De entrada, lo que mejor se puede recordar de superhéroes del estilo del Hombre Araña en el séptimo arte, fueron las películas de Superman de los años 80 y las Batman de Tim Burton en los 90. Spider-Man se siente mucho como una mezcla de ambas. Por un lado tienes el colorido, romanticismo y simpleza de Superman, y por el otro, el drama y villanos trágicos de Batman. Aun la primera vez que vi Spider-Man, sentí que era una película que siendo niño me hubiera vuelto loco, pero que mi adolescente consideraba demasiado "bonachona" y por momentos infantil, en un mundo que acababa de vivir el terror de los atentados del 9/11.
Segundas vistas hicieron que le tomara cariño, dándome cuenta que precisamente el éxito y la satisfacción popular de la misma, era que nos permitía volver a presenciar batallas entre héroes y villanos enmascarados, el bien contra el mal en sus formas menos grises. Realmente mucho de lo que hace a Spider-Man una cinta querida, es que fue la película que le permitió a sus expectadores eso. El niño interior de uno simplemente no puede negarse a una historia tan colorida con un mensaje tan básico como universal: "con gran poder, llega gran responsabilidad". Cuando eres un adolescente a punto de graduarte de la prepa que se ha prometido comerse al mundo, no puedes ignorar dichas palabras, y diez años después, recuerdas lo que se sentía, y te preguntas qué has hecho con ese mensaje.


Lo cierto es, que Spider-Man no es una obra de arte, cualquiera que la revisite como lo hice, notará que se siente en varios aspectos anticuada, muy probablemente debido a que estaba más a tono con la manera en que se trataba al género desde hacía dos décadas ya, y bastante fiel al espíritu del comic. Escenas que ahora pueden ser consideradas en cierto grado ridículas, en ese entonces no dañaban la cinta, porque no se había visto nada distinto, y el director en ningún momento buscaba probarnos que se puede aterrizar una historia de superhéroes en el mundo real; la audiencia estaba demasiado cautivada por tener a un superhéroe de vuelta a lo grande en el cine como para no excusar esos detalles, siendo el traje del Duende Verde el que más salta a la vista. Verla en Blu-ray simplemente hace que sea más difícil tratar de ignorar el torpe cierre en la espalda de su traje, o justificar como diantres escogió el villano una máscara tan ridícula, ya no se diga de donde sacó Peter Parker un traje tan cool.
En ningún momento las batallas se sienten realmente tensas o se siente verdadera amenaza por parte del antagónico, aspecto que percibí desde la primera vez que la vi. No por ello, deja de ser divertida, aunque en ocasiones tirando a "Power-Ranger-mente" divertida.
Por otro lado, el reparto de la película continua siendo uno de sus puntos más fuertes: con una actuación por parte de Willem Dafoe de lo más acertada y divertida, al igual que J.K. Simmons con un perfecto Jonah Jameson, y un James Franco que robaba cámara por ratos personificando al atormentado mejor amigo de Parker. Tobey Maguire hace lo suyo y ciertamente se permite ser el nerd vulnerable e imperfecto que necesitamos ver. Qué decir de Rosemary Harris como la Tía May, con quien los encargados de casting anotaron alto; simplemente la amas desde su primera aparición.


Probablemente la mejor forma en que se puede apreciar Spider-Man sin demeritar su valor, es con el entendimiento de que estábamos en tiempos experimentales para los superhéroes y a como el Batman de Tim Burton experimentaba con historias más oscuras, la cinta de Raimi lo hacía al buscar ponernos en los zapatos del héroe, aspecto que perfeccionaría en la secuela. Estamos a meses de que veamos la reinterpretación del arácnido con la promesa de tonos mucho más realistas y actuales, y nadie sabe aún si correrá con la suerte del Batman de Nolan. Para muchos aún, esta trilogía aún cuenta con sus votos fieles como la única que necesitan ver. Otros, podríamos comenzar a estar abiertos al cambio tras verla de nuevo, pero lo cierto es que el Spider-Man de Sam Raimi siempre tendrá su lugar bien ganado en el corazón de la conciencia popular, y el cual muestra continuar siendo un espectáculo visual beneficiándose ahora de la alta definición.

Un dos tres por el cabello güero de Mary Jane asomándose en lo que hasta ahora sé que era una peluca, bendita tecnología.
8/10